Our Dearest Adventures

Descanso entre los Enamorados (Lavanda)

Los sueños de Iva últimamente han estado infestados por los males, oscuras pesadillas, todas ellas dándole un ataque al corazón al momento de despertar entre lágrimas y sudor. Todo respecto a las siestas y hora del sueño parecía como si estuviera contra ella, era atroz, incomodo, aterrador, al menos para ella, claro. El despertar de una siesta luego de la universidad suena acogedor y refrescante para sus muy cansados compañeros, pero en Ivanna la sensación de su cuerpo y extremidades, la confusión y el silencio la hace suspirar y entristecer; la ausencia de la cálida sonrisa de su madre al despertar son agobiantes, ella realmente extraña su hogar incluso si fue ella misma la que insistió en alejarse de él, en el fondo solo se sentía una niña tratando de funcionar en un mundo más grande que el sol mismo lo cual es, obviamente, ilógico, pero la inmensidad de su percepción del mundo queda clara.

Sin embargo, el destino le regalo amor, un sentimiento que calmaba y estrujaba su corazón a la vez, una oportunidad para cerrar los ojos de un ser amado, su ser amado, su precioso garou. Si le preguntas a Ivanna lo que Garou le hace sentir sin que el este cerca probablemente se ponga risueña y poética, murmurando como le hacía sentir como si la vida misma la abrazara, como si al caminar con él las estrellas bajaran y sus besos como si el sol la acariciara y para ella no mentía, ninguna palabra podría ser exageración cuando se tratara de él -ni el de ella- En sus brazos ella podía descansar porque ¿cómo no podría, si la persona que más ama en el mundo la sostenía? tal y como si del abrazo del mismo Morfeo se tratase, la sensación y sonido del corazón de Garou contra su mejilla era como una canción de cuna que calmaba el suyo mismo, el calor de tan precioso abrazo la hacían bostezar y a la vez sentir que estaba más despierta y enamorada que nunca. Las caricias de Garou son su aroma a lavanda, su té de manzanilla.

En la tarde ella se encontró con Garou y tras risas y amores acabaron en el apartamento de Ivanna. Los ojos de Garou clavados en ella, una mezcla de curiosidad y preocupación llenaba la mirada del joven de cabello de plata.

“No has dormido bien, ¿verdad, florecita? Estas por dormirte sentada.” Garou bromea, pero en sus palabras había algo de verdad y preocupación, una muy tenue y bien escondida, pero no invisible ante los oídos de Ivanna, no ahora que son pareja, al menos.

“Me levante a las dos de la mañana y no he tomado ninguna siesta.” Ella confiesa, se inclina para apoyar su codo del brazo derecho en su pierna derecha, mostrándose cansada y fastidiada, no de Garou, claramente, nunca de Garou. “Pesadilla tras pesadilla, estoy empezando a acostumbrarme ¡aleluya!” Exclama con sarcasmo.

Garou rodo los ojos el segundo que el sarcasmo de su novia llego a sus oídos, era la segunda mujer más terca que había conocido jamás, luego de su madre, pero ella es otro asunto, un caótico y cruel asunto. “Deja de jugar, no has dormido nada. Demonios, ven acá, tendremos una siesta, no hay segundas opiniones.” Tras esto, Garou se procede a tomar a Iva de la cintura, ella se queja y ríe, no quería tener una siesta ahora, pero le encantaba ser un saco de papas en los brazos de su gran amor Garou.

La habitación se vuelve un cálido y hogareño juego de ping pong, un “¡Bájame!” seguido de pequeñas risas y palmaditas en una espalda bien formada y musculosa, una vista reconfortante y esperanzadora para el corazón de Iva, y claro, su pong que era un simple “hmph. No.” Acompañado de una pequeña sonrisa.

Garou la tira a la cama, y entre risas él la toma en brazos, la abraza cerca de su pecho y una sonrisa de un ser digno y contento decide asomarse en el bello rostro de Garou, y el corazón de Iva late, late y late con fuerza y devoción por su compañero, las palabras siempre se quedan cortas cuando se trata de su Garou, las palabras jamás podrían cubrir el calor de su firme abrazo, lleno de amor y calidez, lleno de su fuerza, acompañada de su tan gentil respiración. Garou no puede evitar acurrucarse en Iva, usualmente él era abrazado al dormir, Iva se sofoca fácilmente, pero hoy parece estar demasiado a gusto en el corto espacio de su abrazo. Ambos llenos de amor uno del otro se encontraba en su hogar, es un orgullo poder sostener a tu hogar entre tus brazos, no cualquier humano puede con semejante privilegio, el privilegio y magia de poder escuchar el latido de quien crea paredes y alfombras de amor y cariño.

“Iva… ¿estás dormida?” No hay respuesta alguna, el único sonido fuera de la respiración de Iva eran los latidos de su propio corazón, que gritaba, que anhelaba poder expresar cosas de las que siempre se escondió. “Bien…entonces…charlemos un poco.”

“Florecita, quiero que descanses, florecita…Ivanna, mi ingenua, linda Ivanna… quiero estar contigo en tus sueños, sé que te tengo en brazos, sé que estamos cerca uno del otro, pero déjame decirte que últimamente, desde nuestro primer beso, me da miedo hasta parpadear, me hace sentir débil y expuesto hablarte de esto, pero no puedo evitar estar enamorado de ti, te confieso que no quiero perderme nada, no quiero dejar de estar a tu lado ni un segundo…demonios, me has vuelto un maldito cursi miserable, ¿estás contenta, Ivanna? ¿Estas satisfecha ahora que tienes mi corazón entero y que quiero ser un hombre mejor y fuerte para poder estar contigo? Sigo aterrado desde que descubrí tus cortes, no sé cómo protegerte de ti misma, pero deseo que tengas en cuenta que jamás estarás sola, siempre estaré a tu lado a pesar de que en algún punto pareciese que no. Soy un idiota, no importa cuantas veces me disculpe, seré un idiota por haberte negado una amistad que aprecio con todas mis fuerzas, me hacía sentir pequeño, pero a la vez fuerte y lleno de una esperanza de la cual no estoy familiarizado del todo, contigo la idea de ser pequeño y vulnerable no parece ser del todo aterrador, malo, ni mucho menos inútil como alguna vez llegue a pensar. Ivanna, ahora que me dejaste verte por completo, tu verdadero e íntimo ser, dejare que me veas, Ivanna…florecita, mi dulce e ingenua Ivanna, veme, estoy aquí”

Una vida de miedos para ambos podría considerarse un constante laberinto en el corazón, laberinto que complicaba el acercamiento al cariño que ambos habían construido uno por el otro con el paso del sabio tiempo, que los asechaba con ternura y comparaba con niños pequeños corriendo por el mundo en busca de aventuras de las cuales reír. Y si bien, entre ellos se encontraba la fuerza e intensa sensación de amor y aventura, tan característica de su juventud, también se hallaba el pequeño lecho de recuerdos donde ambos podían reposar sus angustias y cerrar los ojos para respirar una inusual paz que solo el aroma uno del otro podía brindar.

Más allá del mundo de los sueños se encontraba la seguridad de su hogar, donde incluso despiertos podían ingresar siempre y cuando estén juntos, siempre juntos, un descanso de enamorados.